¿Para qué mirar películas de terror cuando la realidad misma puede ser igual o incluso más aterradora? Aunque no lo creas, algunas historias son ciertas.
1. Los alpinistas desaparecidos
En 1959, un grupo de amigos se dirigía a hacer alpinismo y acamparon en Rusia. Poco después desaparecieron y dejaron sus carpas vacías. Cuando los cuerpos se encontraron llevaban poca ropa, tenían heridas internas y el cuerpo teñido de naranja. No había señales de lucha, aunque a algunos de ellos les faltaba la lengua y los ojos. Hasta el día de hoy no hay información sobre qué pudo haberles sucedido, aunque existen toda clase de teorías.
2. La canción que mata personas
En los años 30 se popularizó la canción Gloomy Sunday, pero poco a poco fue tornándose terrorífica cuando se difundió que más de 18 personas (algunos dicen incluso 100) se suicidaron en Budapest debido a ella. Hungría siempre tuvo altas tasas de suicidio, y la canción era tan popular que no resulta extraño que un suicida la estuviera escuchando. Además, la letra depresiva no ayuda demasiado para mejorar el humor. Sin embargo, hubo un suicidio real por ella: el creador de la canción se suicidó luego de que su único éxito fuera culpado de estas calamidades.
3. Chucky realmente existió
La película Child’s Play, donde un niño tiene un muñeco con un espíritu maligno dentro, está basada en una historia real. Robert es un muñeco de tamaño real que pertenecía al niño Gene Otto. Al parecer, un sirviente se enojó con la familia y puso un hechizo sobre el muñeco. El niño comenzó a hablar con él y para sorpresa de todos, recibía respuesta. Sin embargo, pocos creyeron en lo que Gene contaba sobre que el muñeco movía objetos. Luego de su muerte, Robert pasó de mano en mano y ahora está en un museo donde, según cuentan, suceden cosas extrañas.
4. La primera asesina serial
Aunque no lo creas, el primer registro de alguien que asesinara gente en grandes cantidades fue una mujer en Roma llamada Locusta, precisamente en un período pacífico de la ciudad. En el siglo I fue encarcelada por envenenamiento, pero Agripina le dio el perdón luego de que la ayudara a asesinar al Emperador Claudius. Lo mismo sucedió tiempo después con Nerón, quien además le dio un sitio para enseñar sus artes y convertirse en profesora. Sin embargo, no pudo salvarse cuando el Emperador Galba la condenó y fue ejecutada públicamente.
5. Herculano y el Vesubio
Cuando pensamos en el Vesubio automáticamente pensamos en Pompeya, quizás por haber sido una de las ciudades más importantes y estar ahora enterrada debajo de la ceniza. Sin embargo, Herculano fue una ciudad pequeña, mucho más cercana al Vesubio y con consecuencias peores. Se dice que incluso algunos cráneos explotaron debido al calor concentrado y el magma cayendo en la ciudad. Estar allí durante la erupción seguro fue un infierno, con todos los elementos del Inframundo.
6. Los zombies del sífilis en las calles de Italia
En 1494 Italia no se parecía en nada a la que conocemos hoy en día. Un enorme brote de sífilis asolaba la ciudad, y la enfermedad no era escondida con vergüenza, como sucedería años más tarde, sino que se sufría frente a todo el mundo.
La enfermedad causaba que la piel en el rostro de las personas se cayera, así como las extremidades y los genitales. En términos estéticos, era prácticamente como vivir en una película de zombies. Las personas morían en el correr de algunos meses, con su piel completamente destruida.
7. El hombre que intentó salvar a Lincoln
Aunque sabemos exactamente qué pasó cuando Abraham Lincoln fue asesinado, y también conocemos el nombre del asesino, poco sabemos del hombre que intentó salvar al presidente. Henry Rathbone estaba allí con su esposa cuando falló en su cometido: no pudo salvar a Lincoln y esto cambió su vida radicalmente.
Rathbone nunca se recuperó mentalmente e intentó matar a sus tres hijos 18 años más tarde. Cuando su esposa lo impidió, la apuñaló y luego intentó suicidarse. Cuando la policía lo encontró, el hombre seguía repitiendo que había personas escondidas detrás de los cuadros. Vivió el resto de su vida en un asilo, convencido de que alguien intentaba envenenarlo a través de las paredes.
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